Kei Reedus ID

Eran los últimos días de octubre del año mil novecientos noventa y cuatro. Era de noche, tarde, y hacía frío. Una "dama nocturna" hacía sus típicos trabajos con cualquier hombre que le ofreciera dinero a cambio de sus servicios, como ya todos saben que es la cosa. Pero ésta mujer, de piel blanca como la porcelana y cabellera castaña, no sabía cuanto la cambiaría aquel día. Uno de sus clientes le ofreció una cita y, ella, cautivada por la belleza del sujeto además de sorprendida por que la tratara bien, aceptó sin pensarlo dos veces, aunque antes acordaron que no interferiría en su trabajo.
Así fue como empezó una extraña y corta relación entre ellos. Hasta que, un día de descuido, ella quedó embarazada. No quería aceptarlo, no podía creerlo, es que ¿como iba a mantener a una criatura, si con lo que ganaba apenas podía mantenerse a ella? Se enfureció y lo culpó a él, acabando su relación en ese mismo día pero, él no estaba seguro de ello. Le dijo que se alejara, que no quería volver a verlo, que no le importaba, y que no se haría cargo de su hija.
Consideró el aborto como primera opción, pero no, no se atrevía a acabar con una vida sin siquiera darle la oportunidad de nacer. Luego pensó en darla en adopción y, al ver esa como la mejor opción, dio la decisión como tomada.

Era diez de Julio, temprano, y comenzó a sentir puntadas. Creyó que era una falsa alarma puesto que faltaban unas casi dos semanas y media aproximadamente para que naciera, pero al llegar al hospital le dijeron otra cosa. Apenas nacer debió ser internada, y permanecer allí tres semanas que parecían eternas, por nacer antes de lo esperado ya que podía enfrentar muchas dificultades.
Apenas llegar a su hogar, la mujer observó detenidamente a su pequeña. Tan pequeña, tan frágil, tan indefensa, tan hermosa y tan adorable. Definitivamente era la cosa mas hermosa que ella había visto en su vida a su parecer. Llevarla al orfanato no hubiera sido la mejor decisión y lo sabía, pero ¿que mas podía hacer? así que, con el rostro y sus ojos llenos de ágrimas, abandonó allí a la pequeña con el nombre de Louise, pues siempre había querido una hija llamada así, y Keila de segundo nombre, como se llamaba su hermana menor, fallecida muchos años atrás en un accidente.

A la corta edad de tres años, una pareja de Bradford que buscaba alguna niña para adoptar quedó encantada con la dulzura de la pequeña Louise. Nadie podía resistirse a la perfecta combinación de sus cabellos rubios ondulados, su tez increíblemente pálida, sus ojos azules como el océano mismo, y aquel brillo en su mirada. La adoptaron y se fue a vivir allá obviamente con ellos. Tenían otra hija, unos tres -casi cuatro- años mayor que ella, y se llamaba Charlotte, también adoptada pero ésta venía de Francia. Se llevaron siempre muy bien, claro teniendo las típicas peleas entre hermanas pero muy poco fuera de eso.
De su infancia no hay mucho mas que destacar, era una niña normal, alegre, risueña, un poco tímida y muy inteligente, aprendió a leer a la edad de cuatro años cuentos infantiles por sí misma, y siempre ha tenido una muy bonita letra para escribir.

Todo bien, hasta la secundaria, que fue probablemente la peor época para ella. Había cierta insoportable chica llamada Katherina, la cual era muy bonita y popular, y que parecía no tener mucho mejor que hacer mas que molestarla. Mas de una vez ha llegado a la violencia física, pero cientos y cientos, por no decir miles, a la verbal. Insultos y agresiones constantemente, de las cuales Lou nunca supo el motivo. Simplemente era un blanco fácil. La trataba como la estúpida zorra rubia artificial que en realidad no era.
Se cansaba de estar así, pero sus padres jamas respondían a sus súplicas por asistir a otro colegio. Llegó a odiarse a sí misma por el simple echo de no poder, o sólo no hacer nada para evitarlo. Lloraba cada noche, cortaba sus muñecas con las navajas de afeitar de su padre, se hizo incluso bulímica... Entro en una notable depresión de la cual no parecía poder salir. Debió asistir a un psicólogo varios meses hasta que dejó de auto-dañarse.
Se sentía sola, pero cabe destacar que no completamente, pues siempre había tenido a Tami, su mejor amiga desde que recuerda; Derek, otro gran amigo desde hace ya unos tes años; y su hermana Lottie.