Eizan Kytzie Sonderburg

Los Sonderburg son una prestigiosa familia en todo el mundo, empresarios que todo el mundo el mundo conoce porque muchas de las compañías en las que trabajan o que usan son de su propiedad. Sin embargo es una familia demasiado grande para hacer distinciones específicas y está tan regada por todo el mundo que es prácticamente imposible seguir la pista de todos y de cada uno de ellos. Ese es el caso de Eizan, proveniente de una familia con un apellido realmente poderoso, capaz de abrir puertas que están cerradas para otros, pero jamás hace uso de él a no ser que le sea estrictamente necesario.
Cuando era pequeño no le gustaba mucho la vida que le había tocado, llena de responsabilidades, de tareas. Mientras los otros niños estaban en la calle disfrutando de un caluroso pero no bochornante verano, él solía estar memorizando capitales de países o incluso nombres del árbol genealógico familiar. Pero a medida que fue creciendo y su mente madurando, comprendió que aquellos esfuerzos aunque eran un poco crueles y molestos, le resultaban gratificantes. El éxito no llega a la personas por arte de magia sino por esfuerzo y dedicación, que eran justamente las dos cosas que él estaba utilizando constantemente.
Pronto le dejó de importar, era cómo un perrito que se había adaptado a la misma rutina de siempre y que no conocía ni necesitaba nada mejor que eso. Entonces llegó su hermana pequeña, con sus disparates de enferma terminal, capaz de montarse en una nave alienígena e ir hasta el fin del universo si la poca vida que le quedaba le diese para ello. Ella le enseñó una gran lección que jamás olvidará y que le hace diferente del resto de Nerds a los que está habituado a tener alrededor: Si quieres algo no te conformes, vive el ahora, porque el pasado se ve lejano y parece haber pasado lento, del mismo modo que el futuro parece venir despacio, sin embargo el presente se esfuma a tal velocidad que apenas es posible disfrutar de él.
Cuando murió su hermana pequeña sufrió una depresión que lo metió en las drogas, lugar de donde no ha conseguido salir aunque la mayoría de las personas de su familia creen que sí. Detesta visitar el campamento, se cree demasiado mayor para él, pero el verdadero motivo por el que no quiere volver es porque cada rincón del mismo le recuerda a su hermana pequeña, a la que perdió hace poco más de medio año.
Tiene que aguantarse de todas maneras. Cuando su padre le da una orden, debe cumplirla. Su padre manda... Él obedece.