Cada Aquiles, tiene su talon.

Había pasado una mala noche. A pesar de las alegrías del día anterior, la noche se me había hecho eterna y una pesadilla y todo se debía a lo que había acontecido la noche anterior. Siempre sucedía, cuando recibías una gran noticia, que te alegraba el momento, poco pasaba hasta que algo malo pasaba y te hacía olvidar porque estabas tan feliz. Sí, su visita me había afectado más de lo esperado, algo malo, verle, a solas, en aquella situación y como me trató me había llegado bastante, y me descolocaba pensar que quizá no fuese solo odio lo que sintiera hacia su persona, si no algo más. Sus palabras, me habían hecho demasiado daño, y lo que era peor, seguirían haciéndolo. Me esperaba un verano muy largo como no se arreglasen las cosas.

Aquellos pensamientos me habían hecho salir del terreno y pasar un día por mi cuenta, de hecho solo me había preocupado de ponerme un bikini bajo la ligera ropa que llevaría durante todo el día. Había pasado del maquillaje y de pensar más en mi look que de costumbre. Solo quería dar una vuelta y evadirme de cualquier pensamiento negativo. Salí pronto de mi habitación, sin hacer ruido para no molestar a nadie, y yendo directamente a dar una vuelta por el pueblo. No quería encontrarme a nadie, así que prefería no pasar por la cafetería del edificio por el momento, además, no tenía demasiada hambre, ya comería algo más tarde por ahí.

Ahora, bastante tiempo después, mi tobillo pedía una pausa, y al parecer mi hambre había emergido ligeramente. Por otro lado, el calor empezaba a notarse, por lo que al final opté por coger un camino hacia la playa y para en alguno de las casetas que tenía para tomar algo. Minutos después una camarera me atendía en una mesa de la terraza, a la que pedí amablemente un ice tea, bebida que poco tardó en llegar. Cosa que me hizo sonreír, por primera vez en la mañana, pues me sentía a gusto, sentada con una bebida en la mano sintiendo el calor y la brisa del mar...

Los gritos de la gente en la playa eran un plus para la tranquilidad de aquella mañana en aquella terraza, bajo el sol y con algo fresquito para beber. No muy lejos de aquí, había un grupo de chavales que acababan de montar una red y se disponían a echar un partido. Aquello me trajo recuerdos del año pasado, quizás fuesen los mismos con los que alguna vez eché un partido, quizá fuesen otros... Lo único que sabía es que este año dudaba que aquella experiencia se volviese a repetir, pues, a pesar de que ya no llevaba la escayola era muy arriesgado jugar y más en la playa, no quería un nuevo susto, y pasarme todo el verano sin hacer nada. Así, ahí sentada pasé mi mirada por la playa, que poco a poco se iba llenando tanto de campistas, como de gente del pueblo, y bastantes que se atrevían a meterse al agua debido al calor del día, y que parecía que iría en aumento.

Por un momento me quedé mirando el mar, sin pensar en nada, solo escuchando el choque de las olas con la tierra, sonido más que relajante, y ello hacía que mi cuerpo se fuese relajando a cada segundo que pasaba. Sin embargo, como no, estar en un estado de plena satisfacción no entraba en mis planes, o al menos alguien se había encargado de ello, pues mi teléfono comenzó a vibrar, mala costumbre la mía de llevarlo a todos lados. Así pues, volví enseguida al mundo real, y cogí el aparato, para ver que era lo que sucedía, sin embargo, solo vi varios whatsapps de la gente preguntando por el plan para hoy, si día de playa o qué. No tenía humor para decir nada, así que lo silencié y guardé, y volví mi vista hacia la playa, hacia los muchachos que se encontraban en pleno partido. Entretenida vista para pasar el rato.

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Sin embargo, una voz a mi lado me hizo volverme, al principio me había parecido cualquiera diciendo mi nombre, y no pensaba hacerla caso, sin embargo, no era un nombre común en este lugar, y no era educado ignorar a las personas, además algo en esa voz me hacía pensar que conocía a esa persona, aunque no caía en quién. Giré mi cabeza y sonreí al ver quien era. Stiffler. No había sabido nada de él desde que acabo el año pasado, y siempre me había hecho gracia su actitud de mujeriego, detrás de toda mujer con buen cuerpo y cara bonita, aunque como no, no se preocupaba demasiado por mantener una relación con aquellas muchachas, a las que rompía el corazón. Muchas historietas y recuerdos cruzaron mi mente, cosas que ambos habíamos pasado, así que en el fondo, no me disgustó su compañía, quizá consiguiese que mi cabeza estuviese en otras cosas - Buenos días Stiffler - saludé sonriente mientras le ofrecía asiento. - Sí... muchos me lo dijisteis... espero que para bien - bromeé, pues sabía que algo en mí había cambiado desde lo sucedido el año anterior. - A ti también te veo algo cambiado... un buen año? - comenté mientras le daba un trago a mi bebida, curiosa porque liaría esta vez el rubio que me acompañaba.

Sin darme cuenta mi bebida había disminuido con una velocidad curiosamente alarmante. No imaginaba estar tan sedienta, aunque por un lado esa sed era normal después de haber dado un buen paseo, bajo el sol, no en su máxima altura aunque si que picante. El calor incrementaban mis ganas de pedirme otra bebida, aunque dudaba de si pedirla o esperar un rato más, por no ser demasiado impulsiva. Miré al muchacho sonriente mientras cogía el vaso y daba un ligero sorbo a través de la pajita. A pesar de haber trabado una buena amistad con su hermano, compañero de habitación del año anterior, no habíamos vuelto a hablar después del campamento. Simplemente lasnconversaciones de rigor a través de facebook. Pero los hermanos Stiffler habían desaparecido de mi vida durante el año que había pasado.

A decir verdad no se que habría pensado de mi actitud, pues había tardado más de lo normal en girarme para saludar. Pero lo cierto es que me había costado cerciorarme de que alguien se dirgiera a mí pues al entrar al bar no me había parecido ver ninguna cara conocida, por lo que me había sumergido en mi mundo de una manera relajante y gratificante. El muchacho tenía el mismo aire que el año pasado, aunque había algo diferente en él, algo que no conseguía adivinar. Desde que había comenzado este año solo habíamos coincidido el día de bienvenida en la fiesta, cuando las chicas andaban dibujando en la escayola, escayola que por fin me habían quitado.

Sonreí ante su respuesta -Me alegro de escuchar eso- rodé los ojos ante aquella afirmación, mi vida era la prueba de aquello, y más últimamente-a mí me lo vas a contar- murmuré mientras volvía a beber del vaso como quien no quiere la cosa. Este año me había hecho madurar aún más, lo ocurrido me había hecho desconfiar más de los chicos, de los chicos que se interesaban en mí. Se sentó en la silla de enfrente sin que le dijese nada y sonreí por su desparpajo. -Gracias.- me sonrojé ligeramente y miré hacia el vaso con una sonrisa tímida mientras colocaba un mechón detrás de la oreja -Yo me veo igual...quitando el cabello y la ropa...- y era verdad, había cambiado mi estilo, algo más moderno, y mi cabello estaba más largo con mechas un tono diferente al habitual. Sin saber que más decir opté por lo más sencillo cogí el vaso para beber pero estaba prácticamente vacío, así que de poco me servía. Volví a apoyarlo y le miré justo cuando me formulaba una pregunta. -No tenía mucho sueño. Me apetecía salir y dar un paseo por el pueblo- contesté sin necesidad de mencionar que solo quería evadirme de todo -¿Y tú? No pensé que fueses el tipo madrugador- sonreí mientras le miraba apoyandome en una mano, sin saber que hacer a continuación...