Elisse S. Rothstein

Nací en los suburbios de Berlín y rápidamente fui llevada a un orfanato, mis padres biológicos jamás quisieron saber nada de mí. Crecí así pues, en un orfanato católico, en el que tuve que aprender a sobrevivir pues a la mínima posibilidad los demás niños se aprovechaban de ti, aunque nunca tuve ningún problema, siempre conseguía lo que quería y los demás niños me respetaban. A los 7 años tuve la suerte de que unos padres me quisieran coger en adopción y me llevaron por fin a un hogar verdadero. Con ellos aprendí lo que es querer y apreciar a alguien y me dieron una gran educación y muchos privilegios, pues no andaban faltos de dinero.
Así tuve una infancia y adolescencia jamás deseada aunque siempre tenía una sensación de soledad al pensar en como mis padres pudieron odiarme tanto como para abandorme en un colegio, y en el fondo quería saber quienes eran y como eran.
Al poco de entrar en el instituto empecé a crecer de estatura y mi feminidad se empezó a hacer evidente, y eso me encantaba, empecé a llevar tacones y maquillarme pero siempre discretamente y acabe definiendo mi look de un modo casual. Por otro lado era palpable mi gran facilidad con los deportes, sobretodo con el voleibol, pues poco a poco me había hecho un hueco en el equipo, y al ser de las altas solía jugar en casi todos los partidos.
Lo único que no me gustaba del instituto era el grupito de animadoras super monas, repipis y populares, tenían que llamar la atención de todo el mundo y mantener el orden que les apetecía sin preguntar a nadie si estaban de acuerdo, por eso intentaba evitar el contacto con ellas. Por lo demás mantenía una vida rutinaria, las mañanas las pasaba en el instituto de clase en clase, y las tardes entrenando en el equipo, yendo a alguna cafetería con mis amigas y los fines de semana saliendo de fiesta a conocer chicos y disfrutar de un buen meneo. Tras conocer el campamento el año pasado y llevarme por un lado una buena experiencia pero por otro lado otra bastante dolorosa, debido a una relación inestable que acabó en tragedia al final del verano, este año dudaba en si volver sería una buena idea... Al final, con ayuda e insistencia, y ganas de ver a mis pequeñas decidí volver al campamento aunque con una actitud algo sorpresiva,más responsable y más deportista. Con mucha más concentración en el deporte que en la fiesta, cosa que probablemente sorprenda a todos pues su nuevo look quizá diga lo contrario, con una melena más larga, ojos delineados y una actitud más pasiva. Apenas bebo, fumo... adiós a los malos hábitos, aunque tampoco muté, quizá por mis miedos y recelos, recelos por qué pasará ese año. Si se repetirá la experiencia del año pasado, si le vendada por algunas semanas, sin deporte... Buen comienzo del verano... o del campamento... Quizá solo es una señal para algo...