Andrew Benjamin Hopkins

La historia de Andrew comienza exactamente igual que la de cualquier otro... con su nacimiento. Era un hermoso y soleado día de agosto, cosa que en Londres no se disfrutaba muy a menudo pero sí de vez en cuando, y aquel bebé de cabello rubio y ojos azules lloraba estridentemente dando a entender que estaba vivo y que había llegado al mundo para hacerse notar.
Su infancia fue buena, no tenía queja a cerca de sus progenitores. Su padre tenía una tienda de música en la que vendía tanto instrumentos como CD's y artículos de grupos músicales, y su madre era camarera en una cafetería cercana a su casa. No le faltaba de nada, no estaba rodeado de lujos, pero tenía todo lo que necesitaba a demás del cariño de unos padres que le habían recibido con los brazos abiertos.
Sin embargo, como en toda familia, tarde o temprano las cosas se complican y cuando todo se junta, no sale nada bueno... Hacía ya algún tiempo que sus padres discutían continuamente con cualquier excusa, hasta daba la sensación de que les gustaba hacerlo, y el pequeño Andrew que apenas tenía ocho años trataba de estar fuera de casa el mayor tiempo posible para no presenciar aquello. Un verano, de vacaciones en la casa de campo, sus padres empezaron a discutir y él decidió salir a nadar al lago. Desgraciadamente, estaba demasiado alterado por la situación en casa y su salud se había visto perjudicada hasta el punto de que sufrió un desmayo y poco le faltó para morir ahogado. Su madre le encontró antes de que fuera demasiado tarde y lograron salvarle, pero se había visto tan cerca del final...
A partir de ese momento, sus progenitores se dieron cuenta de que la situación entre ellos afectaba en gran medida a su hijo y tomaron la decisión de separarse. Poco a poco las cosas empezaron a mejorar, aunque tenía que dividir su tiempo entre su padre y su madre, pero al menos no pasaban el día discutiendo. Poco a poco Andrew fue creciendo y de su padre sacó su afición por la música, unida a la habilidad a la hora de dibujar paisajes, cosa que había aprendido de su madre.
Ahora ya no queda nada de aquel niño, ha crecido y es mucho más independiente. Ama la música como una parte indispensable de su vida y ahora disfruta del verano en en campamento donde puede perfeccionar sus habilidades.