ladykiller {privado} +18

os días demasiado pensados. Luego de mi encuentro con Chris en la playa, me había lanzado al mar con ropa y todo. Necesitaba enfriar mi cabeza, pensar las cosas o no pensar nada. Ni siquiera sabía que estaba deseando. Las cosas que Di Franco me había dicho me dejaron simplemente descolocada, sobretodo por la discusión que habíamos tenido anterior a sus declaraciones. No sabía que pensar ni qué creer. Me gustaría que mi racionalidad tuviera un botón de 'apagado' que dejara de funcionar en este momento, que se entregara a la posibilidad de que Christopher sintiera todo eso de verdad...pero no podía. El año anterior lo había pasado pésimo, me sentía ridícula y humillada por dejar a un hombre entrar a mi vida cuando su único objetivo era usar mi cuerpo ¿Cómo podía olvidar todo eso y creerle? Por otra parte algo en mi interior me estaba molestando, arañaba, lastimaba: la certeza de que yo sentía lo mismo que el muchacho decía sentir. A penas lo oí decir que me amó, mi cuerpo entero se estremeció, porque mi corazón sabía que era demasiado correspondido.

Estaba harta, harta de todo el dilema, de que a un minuto me sentía segura de que el decía la verdad y sentir unas ganas incontrolables de correr a donde quiera que se encontrara para confesárselo todo; y al minuto siguiente quería correr con el también, pero para encararlo por todas sus mentiras. Sabía que esto no me estaba haciendo bien para mi saluda mental, -por la que yo siempre velaba-, que necesitaba desconectarme. Todo el mundo debería estar en sus cabañas, en una fogata, en cualquier lugar que no fuera el bosque ahora, así que entendía que ese era el destino que estaba buscando. Me puse una calza negra que me llegaba un poco más abajo de la rodilla y muy apegada al cuerpo, con un peto deportivo del mismo color, me tomé el pelo en una coleta y calcé zapatillas de montañismo. Me preparé una mochila con una botella de agua, una botella de vodka y una cajetilla de cigarros antes de partir.

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Llevaba cerca de media hora subiendo la montaña para llegar al bosque cuando sentí movimiento delante de mi. Alguien había seguido mi mismo camino. Bufé molesta de que alguien perturbara la soledad que había planeado. Decidí seguir con mi camino para ver si lo perdía más adelante. Cuando llegué a un pequeño claro adiviné su silueta. Solamente necesité ver como movía su mano para adivinar quién era y que hacía.- Christopher!.- grité exaltada. Por suerte había sido lo suficientemente fuerte como para que el se alarmara y soltara la jeringa de entre sus manos. Me apresuré a avanzar hasta el y recoger la jeringa que había caído al suelo.- ¿Acaso no entiendes? ¿Déjalo ya!.- esta vez no era como la anterior: ahora mis ojos estaban llorosos y en mi voz se reflejaba que estaba claramente afectada. No podía seguir soportando la idea de que algo le pasara, hubiese dicho la verdad el otro día o no

Me sentía vulnerable, derrotada. Sí, la vez anterior había querido explicarle lo mal que las drogas le hacían, quise tratar de decirle que era momento de que las dejara, de que su vida estaba corriendo peligro...pero lo había hecho de manera cortante, hablándole de forma sarcástica. Ahora llevaba demasiados días pensando en el, en que en el fondo lo amaba y tratando de creerle, ya no podía tomar esa actitud. Al fin mis ojos habían cedido antes las lágrimas, que caían copiosas por las mejillas y todo mi cuerpo se veía invadido por el miedo a que algo le ocurriera. El tremendo miedo a perderlo. Lo escuché paciente, una paciencia nueva. Sus palabras me hacían daño, lo veía tan frágil, tan vulnerable, parecía tan fácil que el italiano se quebrara en cualquier momento. Necesitaba abrazarlo, cuidarlo, asegurarme de que nada iba a estar mal nunca más.- No...Chris...no es esa la idea, por favor.- Mi voz de ahora no tenía nada que ver con la del último encuentro. Demostraba mi franca preocupación.- Yo no quiero que sigas, quiero que dejes de consumirlas.- fijé mi vista en el, con los ojos suplicantes.- Por favor, Chris, deja de hacerte daño a ti mismo, porque dañas a todas las personas que te necesitan vivo...me dañas a mi.- Sentía que mis mejillas comenzaban a arder por la vergüenza que sentía de mi misma. Sabía que luego me arrepentiría de esto, de mi debilidad, de abrirle paso a mis sentimientos con los que, era muy probable, el jugaría. Pero parecía que no había otra salida.- Te necesito, te amo.- dije con un hilo de voz mientras lo miraba fijo, intenso.

Mientras mis ojos se paseaban por todo su cuerpo y su rostro desde mi posición no pude evitar estremecerme por el deseo que sentía por el, por lo hermoso y atractivo que era. Sus músculos se adivinan bajo su camisa, el sudor recorría el pecho que su escote dejaba a la vista, y su rostro...su rostro con rasgos bien definidos, con esa nariz y menton tan masculinos y esos ojos tan dulces. Comencé a sentir un deseo carnal casi incontrolable, acompañado por todo el miedo que sentía de perderlo. Lentamente me encaminé hacia el y me arrodillé, sentándome sobre el, con una pierna a cada costado de su cuerpo. Con cuidado me dejé caer sobre su pecho, quedando recostada sobre el. El contacto con todo su cuerpo me estremeció. Tomé su rostro entre mis manos y deposité un beso muy corto en sus labios. Tenía demasiadas cosas que decirle, demasiados sentimiento que contarle...pero en vez de eso solo lo miré. Una mirada llena de amor, que se lo decía todo. Mis manos bajaron por el costado de su duro cuerpo, aspiraba su olor masculino que me enloquecía. Cerré los ojos y apoyé la cabeza contra su pecho, sintiendo su corazón latir.

Lo amaba. Lo amaba. Lo amaba otra vez. Todo lo que podía pensar era en eso. Estaba contra su cuerpo, mis labios descansaban sobre los suyos. Un recuerdo me invadió, me sacudió. La piscina, los vestidores. Sentirlo dentro de mi, sus brazos tocándome mientras me susurraba que me amaba. Sexo con amor, ese día, con el entendí lo que era. Quería dejarme llevar por su beso, por el recuerdo...pero entonces el me separó de golpe. Sorpresa, sorpresa, ya no me creía. Y eso fue mi pasaje de vuelta a la realidad. Me había dejado llevar, había cedido ante el miedo a perderlo pero el no había sido capaz de hacer lo mismo, simplemente me había apartado, hablando de sus propios miedos. Otra vez había sido yo la tonta, nuevamente la que había cedido y el no estaba dispuesto ¿Quería hablar de miedos, de inseguridades? Pues yo no me iba a callar tampoco. Rápidamente me zafé de sus caricias en las mejilla y salí de su encima de manera brusca y cortante, para sentarme a su lado. Nuevamente lo volví a mirar, y otra vez era esa mirada cargada de odio, del rencor más puro.- ¿Tú tienes miedo? ¿Para ti las cosas van a ser difíciles? ¡Mierda, Chris, detente a pensar un solo puto momento en los que te rodean, lo que ves en el espejo no es lo único que existe en el mundo!.- casi gritaban, la alteración era cada más obvia en mi voz.- ¿Piensas en mi? Me enamoré. El año pasado me e-n-a-m-o-r-é de tí ¿Y que gané? Que la primera vez que dejaba entrar un hombre a mi vida dejara de llamarme y se pasara el año teniendo sexo con otras chicas. Lo veo al año siguiente y ¿Qué hago? Tengo miedo a perderlo así que a pesar de todo el daño que me hizo, intento evitar que consuma drogas, pero es el el que tiene miedo. ¡Eres un egoísta!

Me puse de pié y busqué alterada mi mochila, con la exaltación tropecé más de una vez. Estaba furiosa, no podía creer que fuera el el que estuviera cuestionándome a mi. Atrás quedaban esos breves segundos de amor de hace un rato. Me puse la mochila a la espalda y busqué la botella de vodka en su interior, la abrí y le di un trago respirando con fuerza. Alcé la mirada para fijarla en el italiano un instante, negué con desprecio, como si su vida me diera lástima y analicé las cosas un segundo. Finalmente me dí la media vuelta y comencé a emprender el camino de regreso. Los pocos pasos que había dado en dirección contraria a Chris estuvieron acompañados de una leve excitación que había sido causada por el contacto con su cuerpo. Mi cuerpo se estremeció levemente pues recién estaba asimilando las ganas carnales que tenía de el. Por un breve instante, sin detener mi caminata de retirada, imaginé que el volvía por mi, que me tomaba entre sus fuertes brazos y me hacía el amor. Me sentí avergonzada de mis pensamientos, de lo tonta que estaba siendo nuevamente, de que jamás aprendía. Vacié el vodka de un sorbo y tiré la botella al suelo. Hizo gran estruendo al estrellarse contra una piedra. Con los trozos de vidrio esparcidos por el suelo comencé a apurar mi retirada. Quería alejarme de el...cuanto fuera posible.

La rabia se esparcía por mis venas como un auténtico veneno que era simplemente imposible detener; quemaba, pinchaba, dolía, me llenaba de energía para correr lejos de aquí o para darme media vuelta y decirle a el todo lo que pensaba de su estúpida actitud. Aún no me podía creer que después de todo lo que yo había pasado tras enamorarme de el, fuese Chris el que se acababa de quejar sobre lo difícil que era su patética vida. Ese simple recuerdo hizo que la rabia se multiplicara nuevamente, a tal punto que estaba segura de que en cualquier momento me volteaba y lo golpeaba. Sin embargo su voz me detuvo...y sus palabras fueron un buen comienzo. De alguna manera, el hecho de que entendiera que dijera lo que dijese las cosas no cambiarían demasiado era un consuelo para mi...aunque lo que siguió me dejó helada. Me paralizó la capacidad con que me hacía pasar de una emoción a otra, haciéndome experimentar todos los extremos en un solo instante...me asustaba que el y solo el tuviera esa capacidad sobre mi persona. Yo seguía congelada, sin saber que hacer, clavada al piso por el miedo que tenía de los sentimientos que se insinuaban en mi pecho cada vez que Di Franco me dedicaba una nueva palabra comprometedora.

Escuché sus pasos acercándose a mi por la espalda, así que supuse que intentaría dejarme sin salida, y sin embargo no opuse resistencia alguna; además, estaba segura de que aunque lo intentara no encontraría la fuerza suficiente para hacerlo, me sentía débil, inmensamente disminuida ante el, porque la lucha en mi interior entre si creerle o no, me gastaba demasiadas energías. Lo sentía tan cerca nuevamente...la manera en que respiraba, la forma en que me miraba...todo eso era demasiado para mi fuerza de voluntad, sin embargo no iba a volver a arriesgarme como hace un instante para que el saliera con otra estupidez. Todas sus palabras eran demasiado para mi, era todo lo que, secretamente, había querido escuchar durante todo el año que pasó....sería tan fácil dejarme caer. Asentí ante su pregunta. Ni siquiera sabía que acababa de preguntarme. Mi mente estaba en un trance y eso era algo que yo no soportaba ¡Necesitaba pensar, reaccionar! Nada de eso ocurrió. Sus palabras eran demasiado profundas, no solo llegaban a mi corazón, lo atravesaban del todo. Cuando el me besó yo le correspondí y un segundo después me separé para mirarlo con fijeza.- Te amo. Te amo, Christopher.- Eso era todo. Habían demasiadas cosas que yo quería, que necesitaba decirle, pero no salió nada más que eso. Y no pudo ser más cierto. El miedo comenzaba a quedar atrás por la sinceridad de sus ojos.

Pasé mis manos por su cuello y pegué nuestros cuerpos cuanto pude. Sentía su musculatura contra todo mi ser, lo que era equivalente a fundirme contra el, a sentir como yo me hacía pequeña entre sus brazos, como de pronto dejaba de ser sólida y me fundía como un líquido sobre el piso delante de el... una sensación que siempre amé. Volví a juntar nuestros labios en un beso que comenzó siendo tierno, pero pocos segundos después, nuestras lenguas habían reclamado su lugar en el juego y aprovechaban cada segundo de contacto con la otra, moviéndose de manera hambrienta, desesperada, deseosas de más y sumamente ansiosas por conseguir lo que se proponían: provocar al otro al extremo. Mi cuerpo comenzaba a responder a ese juego y mi respiración se aceleraba, mientras yo me hacía más y más consciente de nuestra cercanía.

No lo había notado antes, solo fue obvio cuando desapareció: algo me había estado presionando en el pecho todo este tiempo, pesaba, me ahogaba, no me dejaba respirar igual que siempre; solo ahora volvía a sentirme la chica libre que fuí hace un año junto a Chris. Ahora que le había dicho que lo amaba, que ya me veía libre de fingir que no lo hacía, me sentía liviana, feliz, con unas extrañas ganas de sonreír. La voz en mi interior que me hablaba de todos los riesgos que corría al creerle al italiano se había vuelto demasiado pequeña, apenas un susurro, y eso era algo que me beneficiaba un montón. En cuanto nuestras lenguas entraron en juego, mi cuerpo entero comenzó a pedir su parte de participación en la escena, yo, toda mi persona, tenía ganas de el, de tocarlo, de recordar todo lo que habíamos vivido juntos. Cada parte de mi se despertaba y ardía por recostarse junto a un cuerpo tan conocido. Me estremecí por completo cuando sentí su mano recorrer mi espalda para terminar un poco más abajo de esta, y solté un bufido un tanto impaciente porque notaba que el muchacho se estaba controlando: era normal y yo lo sabía, hace tan poco estábamos peleando...Pero había sido un año entero controlando mi deseo y lo último que necesitaba era controlarme un día más. Con delicadeza tomé su rostro entre mis manos y lo miré fijamente.- Haz lo que tengas que hacer.- luego de murmurar eso volví a devorar sus labios con un beso, y a jugar con su lengua como si no hubiera mañana.

El camino que sus besos tomaron no hizo más que aumentar aquellas sensaciones, más aún cuando su mano se aferró a mi muslo. Solté un leve jadeo y llevé mis manos hasta su abdomen...ese abdomen tan masculino, marcado y deseable. Dejé que mis manos se colaran bajo su camisa y mi cuerpo entero se estremeció al apoyarse en su musculatura desnuda, emanaba calor. Comencé a llevar mis manos hasta su espalda y subí así, dejando que mis uñas rozaran levemente toda su piel. Apegué mi cadera a la de el cuanto pude, comenzando a moverla levemente. Era una especie de declaración de intenciones: sabía que esto había empezado como un simple beso, pero estaba intentando averiguar cuales eran los límites de la situación ¿Podía moverme así contra su cuerpo? ¿Podía incluso ir más allá? Eso era algo que solo sus reacciones me harían saber, por lo pronto no detuve ese movimiento, haciendo que en el vaivén mi abdomen rozara con el suyo, pues yo había alzado su camisa y mi peto no cubría más que la zona del brasier. Era demasiado excitante....Mis labios avanzaron hasta situarse junto a su oreja y lamí lentamente su lóbulo, tirando de el luego de tomarlo entre mis labios, para después dibujar todo el contorno de su oreja con la punta de mi lengua.- Te amo.- susurré en su oído, entre leves jadeos provocados por el movimiento que mi cuerpo no dejaba de realizar.

control.