Las mismas fiestas de siempre {Vanessa Waldorf}

A veces soy tan estúpido como todo el mundo y me dejo arrastrar a sitios a los que no quiero ir solo porque me insisten demasiado. Cuando se trata de gente de mi círculo social generalmente no me gusta decepcionarlos o pelearme con ellos por gilipolleces por lo que hago lo que quieren cuando quieren. A éstas alturas deben ser las cuatro de la mañana, la mayoría están borrachos, yo incluido, y se pasean por el sitio buscando con quien enrollarse o limitándose a enrollarse con lo que ya encontraron. Yo en cambio, en cuando he chocar con una silla y me he disculpado con ella he decidido que ya basta de alcohol y me he largado del bar sin avisar a nadie, para no tener que escucharles diciéndome lo aburrido que soy y que debería quedarme.

Sacudo la cabeza al salir, el aire fresco me despeja y miro a mi alrededor buscando el mejor modo de volver a mi cabaña pero siendo sincero ni siquiera se donde estoy. Suelto una exclamación y saco de entre el bolsillo del interior del jersey la tablet para buscar el modo de activar el gps que siempre se estropea y encontrar el camino a casa. Fuera hace frío irónicamente, porque estamos en verano, pero un frío de esos insoportable sino que incluso resulta agradable. Las brisas de verano siempre resultan estimulantes, están nadando entre la temperatura adecuada y perfecta.

Giro la tablet y empieza la pelea, la quiero al derecho pero en el momento en el que la cambio de postura se gira, y se gira y se gira y se gira. Yo no soy una persona paciente en absoluto, y mucho menos cuando se trata de objetos tecnológicos que deberían algo así como leerme la mente y complacerme los caprichos. - TU PUTA MADRE - La habría tirado al suelo de no ser porque ya lo hice una vez y su antecesora se destrozó entera. Pasarme dos semanas sin tablet que fue lo que tardó en llegarme la nueva, fue casi como morir y acabar en el infierno. A pesar de eso hago el amago de tirarla mientras me emberrincho quizá de un modo un tanto infantil a causa del alcohol.