Brand New Day {Brianna N. Harries

Nuevo día, vacaciones y un campamento. Edward acababa de entrar recientemente a el St. Charles, y a decir verdad, ya le encantaba, más que nada por las preciosas vistas que tenía. En un principio, la idea de entrar le parecía un poco loca, y a decir verdad, no le llamaba mucho la atención, pero luego todo cambió, se informó sobre el campamento y al parecer, ya estaba insistiendo a sus padres para entrar en el.

El jardín le había llamado la atención. Una vez que dejó sus maletas en su correspondiente habitación, cogió su guitarra y salió a el jardín, le gustaba ese lugar y para empezar, estaría bien tocar un poco relajado, disfrutando del paisaje. Pero cuando llegó, una chica morena le llamó bastante la atención, juraría que la conocía. Estaba sentada, al parecer pensando o algo por el estilo, se fué acercando a ella, la curiosidad le mataba.

Cuando se acercó, una sonrisa se formó en su rostro. Era Brianna, la conocía desde hace tiempo, y realmente, le había sacado suspiros muchas veces. Decidido, se acercó hacia ella y se agachó para taparle los ojos con las manos -Cucú, ¿sabes quién soy?-, preguntó sonriendo sin quitarle las manos de los ojos.

Sonrío triunfante, no se había olvidado de él. Al parecer, cuando Ed le puso las manos en los ojos, se asustó, y eso le hizo gracia, aunque no sabía el porque. Se sentó a su lado en el banco, y miró hacia el frente, contemplando un poco y luego, cuando le preguntó si era él, la miró.

Brianna era la chica por la cual Ed había estado enamorado desde que la conoció, para él era perfecta, con sus defectos y virtudes, prácticamente en todo, pero nunca tenía el valor suficiente para decírselo, después de los recuerdos que se le vinieron a la mente nada más verla, se dignó a contestarle, -El mismo de siempre-, respondió con sonriendo de lado -Bueno, en un principio no quería venir, y aquí estoy, además, quería que fuese una sorpresa, ¿no te gustó mi sorpresa?- dijo y volvió a mirar hacia el frente.

Tenía miles de preguntas que hacerle, pero ahora no sería el mejor momento. Ed siempre ha sido un chico de pocas palabras cuando se trataba de hablarle a una chica, aunque la conociese desde siempre, la única excepción eran sus hermanas. -Bueno, ¿y tú, qué tal Bry?- preguntó sonriendo, quizás como un tonto.

Edward la miró a los ojos, quizás anonado, Brianna se había vuelto una chica guapísima, como siempre, y bueno, el físico no suele atraerle a Ed, pero conocía lo suficientemente bien a Brianna para decir, o pensar, que ella era perfecta -Realmente, no lo sabía- rió tontamente avergonzado -te acabo de ver hace poco, y para mí, eres inconfundible- admitió sintiendo las mejillas arder.

Cuando vió su sonrisa, no pudo evitar soltar un corto suspiro, Brianna era especial, o por lo menos, para él lo era, y no podía negarlo, y lo sabía perfectamente -Has estado haciendo cosas malas, por eso estás cansada-, bromeó riendo -Pués bien, no me puedo quejar, y ahora menos. Más que preparado- admitió.

Cruzo sus dedos y miró hacia al suelo, para luego volver a levantar la vista y la miró. Sonrió cuando le preguntó si podía cantar algo, y se rió para sus adentros, si supiese que ella es la musa de sus canciones. -Claro- contestó, cogió la guitarra y cantó la canción de stereo hears, y al terminar, dejó la guitarra a un lado -sí, estoy en él, y supongo que tú también, pequeña-le dijo sonriendo, le encantaba llamarla pequeña.

La miró enarcando una ceja, y arrugó la nariz, para él no era fea, para nada -¿Fea?, sí claro, y yo rubio natural- dijo riéndose, -sabes que para mí eres inconfundible, nunca se me olvida una cara, no tengo memoria de pez, creo- comentó rascándose la barbilla mientras ponía una mueca de duda.

-¿Espiarte, yo? Resulta que yo lo sé todo- Dijo pasandose una mano por el pelo, en modo egocéntrico, y luego acompañó a Brianna con las risas -Claro, siempre confiaré en tí pequeña- dijo con una tierna sonrisa, confiaba mucho en la morena, nunca le había traicionado y eso lo apreciaba.

La miró a los ojos y se perdió por un momento, notó que había dicho algo, pero no escuchó el qué y por un momento, se sintió tonto, hasta el punto que sus mejillas tomaron un color rojizo -¿Eh?- preguntó tímidamente. Sonrió y escuchó atentamente lo que le decía, no quería que le volviese a pasar lo mismo que antes, otra vez no -La mía también, y gracias, pero tú me tendrás que cantar algo, algún día-Dijo sinceramente, le encantaba escucharla cantar. -Realmente no he conocido a muchas personas, y el campamento pués entero no lo he visto, ¿y tú?- dijo dudoso, no sabía exactamente con exactitud si lo había visto entero, o no.