Junto al vaivén de las olas {Bryan&Brittany}

La vida en el campamento era una auténtica locura. Desde que había llegado allí no había parado ni un solo momento, era prácticamente imposible aburrirse, al menos yo no lo había hecho. Por otro lado, una de las ventajas de los campamentos de verano, es que se conocía a muchísima gente, y aún es más, muchos compartíamos gustos tales como la música, el deporte... era reconfortante ver que había personas que lograban entender tu forma de pensar sin juzgarte. Obviamente, entre las muchas amistades que había hecho durante mi estancia, había gente que lograba sobresalir entre el resto, aquellos que eran considerados "mejores amigos" y como no, nunca faltaba "el chico". Así es, ese chico con el que todo son sonrisas coquetas y miraditas llenas de significado. Había coincidido con él en numerosas ocasiones y lo cierto es que me daba la sensación de que teníamos muchas cosas en común, me encantaba pasar tiempo con él. Por desgracia, nunca habíamos tenido la oportunidad de estar un rato a solas, por lo que nuestras conversaciones nunca eran todo lo personales que deseaba, quería saber más de él, pero estando rodeados de gente era difícil profundizar en la vida de alguien, por lo que debía conformarme con disfrutar de su compañía en aquella intimidad tan limitada.

Por suerte, ambos habíamos buscado la ocasión para disfrutar tranquilamente de un rato juntos y habíamos acordado encontrarnos aquella noche en la playa, motivo por el cual estaba aún más inquieta de lo normal. No es que estuviera nerviosa por la "cita" o lo que fuera aquello, simplemente estaba emocionada y ello producía en mí una hiperactividad mayor a la que era común en mí. Aún quedaba un rato hasta la hora acordada y sabía que tenía que calmarme un poco antes de acudir al encuentro o el pobre terminaría asustándose de mí, cosa que no quería. Llevaba un rato dando vueltas por la habitación, ya estaba vestida y lista para la ocasión, pero todavía no era la hora, por lo que invertiría mi tiempo en algo que pudiera distraerme del inminente acontecimiento.

Solo había una cosa capaz de calmar a mi fiera interior, y esa no era otra que mi amada música, esa que me consolaba cuando estaba triste y me tranquilizaba cuando me embargaba la preocupación, mi eterna compañera. Sonreí decidida a tocar un par de canciones antes de ir a la playa y me acerqué a mi guitarra cogiéndola con cuidado mientras me sentaba correctamente para empezar a tocar. Comencé con una melodía suave y poco a poco me enredé entre los dulces acordes dejando que la música fluyera por mi cuerpo. Tanto fue así que cuando quise darme cuenta, pasaba casi media hora de la hora de nuestra quedada. Miré alarmada el reloj sobre mi mesilla y dejé la guitarra con cuidado para después darme un último y rápido vistazo frente al espejo y salir corriendo hacia la playa.

Menuda impresión iba a darle, la primera vez que quedábamos a solas y llegaba tardísimo, que desastre. Me dirigí hacia allí lo más rápido que pude y cuando estuve cerca pude distinguir su silueta sentada sobre el respaldo de un banco, por lo que esbocé una sonrisa alegre y me apresuré hasta su posición. -¡Lo siento, lo siento, lo siento! -me disculpé algo angustiada por mi retraso. -No suelo tardar tanto, lo prometo. Me entretuve y... bueno. -le miré con cara de disculpa y mordí mi labio inferior esperando que no se hubiera enfadado.