Sin salida | David

Rezongué una vez más mientras caminaba hacia el deposito que había en el jardín. Me jodía que Michael me mandara a buscar esos artículos de limpieza cuando no era mi trabajo pero no pude decir nada porque... Porque Maddy jamás se quejaba, por eso mismo. En fin, llegué al lugar y con un destornillador que Mike me había dado para abrir la puerta lo hice pero con algunos problemas. La puerta quedó bien abierta ya que no tenía que cerrarla si quería volver a salir y busqué esas cajas que tenía que llevar.

Las encontré sobre un alto estante enseguida y traté de tomarlas pero estaban pesadas y en mi intento unos trapos cayeron en mi cabeza. ―¡Estúpido Mike! ― me alteré y miré las cajas. ¿Por qué tenía que ser tan débil y enana? Aunque no era mi culpa, era culpa de Mike por mandarme a mi cuando ya hacía mucho con ayudarle a limpiar.

Salí de aquél lugar y estuve a punto de cerrar la puerta cuando noté una figura masculina cerca. Ropa deportiva, musculatura al aire y no tardé en reconocerlo: Ahí estaba el tonto de David recién llegado de una tarde ejercicios por lo visto, como sabía era su costumbre. Estaba segura de que él iba a ayudarme si se lo pedía y además el rato nos serviría para ponernos al día de lo que habíamos estado haciendo en ese lugar. ―¡Hey, Rossi! ― le hablé con voz fuerte para que me oyera y levanté mi mano para saludarlo. ―Creo que no es tu día, ¿me das una mano con algo? ― le hice una seña para que se acercara y lo sentí protestar. Me imaginaba cada una de las palabras que podría estar murmurando por lo bajo mientras se acercaba: 'Qué mala suerte de cruzarme con Madd'. 'Qué pobre es, ¿todavía sigue trabajando aquí?' 'Espero que no quiera que la ayude a matar esas ratas que tanto odia!, etc.

Amaba entrenar, y aquella tarde no fue la excepción. Un poco de levantamiento de pesas en el gimnasio para terminar con unas vueltas en la cancha. ¿Resultado? Un excelente y agotador día. Hubiera sido mejor si mi novia, Indigo estuviera de ánimos para salir a entrenar conmigo. Mi compañera no se encontraba en sus mejores días, según me conto, quería estar acostada todo el día echa una bolita en la cama. Pobre. Durante mis entrenamientos pensé el modo para levantarle el ánimo pero nada nuevo ni original llegaba a mi mente ¿Cómo podía sorprenderla? Pensé en dulces pero realmente quería darle algo más, algo inesperado.

Me estaba dando por vencido cuando escuche mi apellido. Medio mundo me llamaba de aquella forma, aunque podía jurar que la voz era de mi amiga enana Maddie. Y efectivamente, mi pequeña amiga me estaba llamando desde la otra punta ¿Qué quería? A duras penas, trote hasta llegar a ella. — ¿Solicitas mi ayuda? – Pregunte cuando tuve la distancia prudente para hablar como personas normales. Si bien los gritos e insultos eran bastante comunes entre nosotros, seguíamos con una amistad un tanto extraña. Una amistad medio violenta pero muy divertida. Incline mi cuerpo para ver el depósito que había en el jardín. Nunca tuve la idea de entrar a investigar. En ese momento, una idea brillante cruzo por mi mente, meterme a investigar dicho sitio. Total ¿Quién me iba a detener? ¿Madisson? Por favor.

— Madisson sabes que tengo novia, no mas a meter tus sucias manos sobre mí, menos en un sitio tan sucio – Comente bromeando. Siempre viendo el lado pervertido de las cosas, sobre todo si era para molestar y poner incomoda a mi acompañante, en este caso, a Maddie. Sonríe finalmente, esperando alguna orden o petición.

―Si, solicito ayuda. A ver si tus ejercicios sirven para algo.― dije rodeando los ojos y entrando al deposito con calma. David no cambiaba con sus comentarios y no iba hacerlo nunca, eso estaba completamente asumido y mucho menos cambiaría esas ganas que tenía de picarme y el decir "Yo tenía razón". Lo bueno de todo eso era que me hacía reír en lugar de molestarme porque estaba tan acostumbrada a su humor que podía casi sentir venir lo que diría. ―En primer lugar mis manos están limpias por el momento y seguro no tocaría tu cuerpo, ¡estás sudado!― hice una mueca divertida y le hice una seña, dirigiéndome a dónde estaban las cajas. Sabía muy bien que David estaba muy enamorado de una de mis mejores amigas, Indi. Y ella también lo estaba y estaba genial que así fuera porque los dos tenían una química... Que solo el que estuviera con ellos en un mismo lugar al mismo tiempo podría entender.

―No cierres la puerta si no quieres morir aquí.― comenté con calma teniéndolo a mis espaldas para ocuparme de unas bolsas que estaban en el suelo para que él pudiera tomar esas cajas tan pesadas. ―Baja esas cajas, por favor. Con cuidado. Y luego ayúdame a llevarlas a la cocina.― hablé con voz más seria y serena. Volteé a verlo por su cara, tuve la sensación de que ya había metido la pata.

Rodé mis ojos ante sus palabras tan poco insultantes. No me molestaba estar sudado, se suponía que era normal después de estar entrenando pero claro, la señorita Madisson solo se dedicaba a la música, actividad que no requería actividad física ni mental, solo creatividad. ¡Wow! Que complicado. Preferí callar cualquier comentario para no poner más tensión al momento. Maddie, al ser amiga de Indigo, supo aguantarme en varios estados. Y yo aprendí a tratarla como una amiga, quizás como un hermana, solo de momentos. —Le diré a Indi que solo me utilizas como objeto para levantar cosas – Amenace como un niño pequeño que solo buscaba excusas para pelear. Mi novia se reía por aquellos gestos, éramos la diversión de Indigo y de casi todo el campus. El dúo dinámico.

Deje que Maddie me guiara hasta el depósito, una vez adentro deje mi bolso tirado en el suelo, a un lado de unas cajas y bolsas de tierra. Acto seguido ¿Qué hice? Lo que no tenía que hacer? Jala la puerta para que se cerrara a mis espaldas. Grave error. Abrió mis ojos tras oír sus palabras, cuando gire mi cuerpo ya era bastante tarde. La puerta estaba cerrada. Mi boca estaba abierta pero no sabía qué diablos decir, ni siquiera preste atención a las indicaciones de Maddie. Iba a matarme, y ya estaba formulando alguna excusa creíble y salir ileso de la situación.

Cuando tuve la atención de mi amiga, tuve que sonreír de manera inocente. Primer error, no tenía nada de inocencia, no podía sonreír de esa manera, era muy delatadora. De la nada, comencé a reír bajito, Dios mío, iba a morir en un depósito del jardín, que desalentador —No vas a creer lo que paso – Dije y gire hacia la puerta, la cual seguía cerrada —Pero calma, tengo un plan. Usa tu móvil para llamar a alguien, fin del problema –

Sonrisa de lado, mirada perdida y unas palabras que me dejaron... Me dejaron sin palabras a mi. Lo miré con rostro serio y vi la puerta negra cerrada detrás de él. CERRADA. ¡¿Cómo cerró aquella puerta cuando bien le dije que no lo hiciera?! Dejé caer las bolsas que tenía en mis manos y fui rápidamente hacia la puerta para tratar de abrirla, pero no tenía pomo por dentro y el destornillador con el que la había abierto no lograría hacerlo.

—Debes estar bromeando, David.— murmuré por lo bajo y con más fuerza traté de abrir la maldita puerta. —Mi celular quedó en la cocina. Jamás pensé que me iba a pasar... esto.— lo miré de mala manera cuando dije la última palabra y lancé un largo suspiro. David, David, David, parecía que no me había escuchado cuando le dije sobre la puerta o bien estaba mirando moscas como el distraído que era. Lo miré detenidamente, quería tomar su cuello y arrancarle la cabeza pero me contuve, seguro había una salida fácil.

—Llama a Indi para que nos ayude.— le dije como última opción, ya que seguro que él sí traía su móvil. Qué va, ese día salía más temprano de lo normal pero tendría que aguntarme a salir al mismo horario de siempre. Y yo que quería ver a Christopher para ponernos al día, el moreno iba a matarme por no ir a verlo como le había prometido para ver esa película que tanto había estado esperando. Después de mirar el suelo sucio volví a ver a David, preguntándome por qué había tenido que ser él que se pasara por ahí para pedirle ayuda, siempre complicaba todo.