Teatros sin actores {Madisson O' Connell}

El teatro es el único lugar del campus donde puedo estar a gusto sin quejarme ni del calor, ni del frío, ni del viento, ni de que llueva, ni del ruido. Bueno, del ruido en ocasiones porque está ocupado por una cosa u otra, pero en su mayoría debido a mis horarios de movimiento suele estar vacío. Deben pasara apenas de las 10 de la mañana y yo llevo un chandal que termina a media pierna, una camisa que apenas tiene mangas, una especie de cinta de esas de correr en la cabeza que ni siquiera sé como ha llegado hasta ahí pero tampoco me importa. Mantengo uno de mis pies en el suelo pero el otro está apoyado en el espaldar del asiento de delante haciendo equilibrio con el portátil mientras trasteo con él con mil cosas a la vez. Cualquiera diría por mi indumentaria que vengo de hacer ejercicio pero se equivocan. En lo que a mi respecta utilizaría un segway para moverme por el mundo con tal de no caminar ni siquiera a hacer pis, pero tengo que hacerlo porque lamentablemente el segway que tengo, no entra por la puerta del baño.

Cuando el internet se cae temporalmente suelto un bufido molesto echando la cabeza hacia atrás. Es ese momento irritante del día donde puedo mandarlo todo a la mierda porque no tengo nada mas que hacer. Reconecto pero no funciona, lo intento otra vez y tampoco y acabo bajando la pantalla del ordenador para no ver lo lastimero e inútil que resulta un portatil sin internet. Lo dejo en la silla de al lado y echo un vistazo por primera vez en horas a aquel lugar. Me colé la noche anterior tras la función de madrugada y juraría que ni siquiera he dormido. No me importa demasiado tampoco, no se que hora es y no tengo sueño. No soy mucho de ponerme horarios, no me van, que le den a los horarios. Yo soy más de comer cuando tengo hambre, quejarme cuando algo me molesta, y dormir cuando tengo sueño. Cualquier otro intento de satisfacer esas necesidades sin que existan, es mera tontería.

Haber vuelto temprano de la fiesta de ayer me había sentado bien. Estaba con más energía y mucho mejor cuando no tenía que trabajar. El muy amable de Michael me había dado el día libre para que disfrutara aunque sea un día completo de mis vacaciones y del tan costoso campamento. Era curioso que solo trabajara para estar en ese lugar un verano, como lo hacía ya desde hace dos años. Pero valía la pena que todo mi dinero -que no era mucho- se me fuera de las manos para pasarme el día en ese lugar. Los amigos que allí había conocido lo valían.

Solté mi cabello y tomé mi guitarra cuando me dispuse a salir de mi habitación hacia la cueva de los drama: el teatro. Ese lugar era amplio y tenía excelente acústica, perfecta para una mañana tranquila con mi voz y mi guitarra. Caminé por los pasillos con la guitarra vieja cargada de mi espalda. Vieja, negra y que podría parecer anticuada a la vista de cualquiera pero para mi tenía un gran valor desde que la había adquirido en oferta hace ya seis años en aquella tienda de segunda de mi vecindario. No era de esas que se la pasaban cantando y con su guitarra para todos lados como otros que había conocido y pocos me había escuchado cantar. Siempre prefería estar tocando que cantando, mero gusto personal.

Noté a un chico sentado en las butacas del teatro, con un pie arriba y cómodo como cualquier rebelde. Caminé en silencio por el pasillo y me senté en una butaca de atrás. Podía ver su rostro de lado y lo reconocí de una tarde en el comedor. No sabía su nombre pero no era de andar con muchas personas y, además, lo recordaba bien porque me había ignorado como nunca cuando limpiaba la mesa en la que se encontraba almorzando un día, mientras leía un libro gordo. Esa tarde le había hablado pero como no obtuve respuesta lo único que pensé era que seguramente era otro de esos chulos que no hablan con la "gente de la limpieza". ― Elegiste mal el lugar. Internet es pésimo aquí.― mencioné en voz alta, esperando no me ignorara de nuevo. ― Te recomiendo la azotea o el comedor.― me puse de pie lentamente luego de haber estado unos pocos minutos sentada y fui hacia el escenario. Puse mi guitarra en frente y volteé a verlo con lentitud. ― Apa, esta vez no me has ignorado.― dije con calma lanzando una sonrisa al ver que me estaba prestando atención. Al menos un poco.

Golpeo el posabrazos de la silla con mis uñas de un modo rítmico y aburrido manteniendo aquella postura que desde otra perspectiva parecería incómoda pero que para mi no lo es. Cuando unos pasos me llegan a los oídos siento el impulso de deslizarme en la silla para intentar que mi cabeza quede cubierta por ésta, al menos desde atrás y así sea mas difícil localizarme. En realidad no sé si cuando ésto está cerrado está prohibido entrar, pero no me quiero arriesgar tampoco a acabar castigado en pleno verano. Eso es algo que no me interesa. Una voz dulce me saca de mi paranoia momentánea porque sin necesidad de verla ya se que no se trata de ninguno de los vigilantes o cualquiera que pueda meterme en un aula el resto del verano por estar metiéndome en sitios donde no debería estar.

Chasco la lengua cuando me sugiere estar en la azotea y niego. - Ni de coña - Allí siempre hay tanta gente que parece que va a explotar, y la cosa empeora bastante cuando empiezan a estar borrachos. - Pero gracias por la sugerencia, aunque no la vaya a tener en cuenta - Acomodo una sonrisa al final de la frase porque mi padre siempre me dice que puedes ser borde con la gente siempre que sonrías porque así la parte "borde" queda cubierta por una sátira y la transforma en ironía cómica. O algo por el estilo. No me gusta que me de consejos y finjo que no los escucho la mayor parte del tiempo.

Cómo tampoco añade nada más ni veo propio añadirlo yo supongo que se ha hartado de la conversación y en parte lo agradezco, no se me da bien hablar con las personas sin parecer un completo cabrón gilipollas. Sigo sus pasos por el pasillo hacia el escenario quedándome algo trastornado ante su comentario. - ¿qué? - Yo no soy de ignorar a la gente, yo soy de hacerla callar sin más, se me da mejor que hacer cómo que no existen porque a veces me funciona la lengua más rápido que la cabeza. Excepto cuando juego, pero eso no es ignorar a la gente, es escapar de ésta mierda de mundo para perderme en uno al que ellos no puede llegar.

― Ok. Al menos intenté.― hablé con normalidad, quitando importancia al asunto de internet. Si yo fuera él tomaría la recomendación pero seguramente el chico tenía sus motivos para no tomarme en cuenta. Al menos me había respondido, y si no lo hubiera hecho al carajo el intento de iniciar conversaciones.

Llegué junto al escenario y de un salto me subí junto con mi guitarra. Recordé la primera vez que había subido allí sin usar las escaleras de los costados. Me había costado una barbaridad porque no había sido afortunada de tener una buena altura, más bien tenía una estatura normal pero la mayoría siempre me superaba. Pero ya subir a ese escenario esa casi rutina. Desde arriba vi el rostro curioso del joven por lo que había mencionado y reí levemente negando con la cabeza. ― Una vez en el comedor me ignoraste por estar leyendo un libro, si mal no recuerdo.― comenté sin apartarle la mirada mientras jugaba con las cuerdas de mi guitarra. No tocaba ninguna nota en particular, simplemente me aseguraba que estuviera afinada y fue entonces cuando noté que mi guitarra necesitaba un cambio. ― Y ahora ignoras mi sugerencia, da igual.― terminé por decir con tono divertido en lugar de estar reprochando.

Tomé lugar en el suelo y pensé un instante en qué cantaría esa mañana. No tenía ganas de canciones deprimentes, ni temas tan fuertes... Improvisaría sobre la marcha, siempre hacía lo mismo. ― Espero no te importe que toque un poco.― hablé volviendo a fijar mi mirada en el chico que estaba parado en el pasillo con semblante inmutable. De alguna forma me causaba curiosidad, tenía algo diferente al resto pero no podía adivinar qué. Tal vez su carácter o su forma de expresar, quién sabe.

Escucho su anécdota del comedor y suspiro intentando hacer memoria solo por mera educación. Acabo por hacer una mueca pasados algunos minutos, en lo que respecta mi vida en sitios con ruido intento bloquearla lo máximo posible, no me gustan las multitudes y tres personas ya son multitud. Estar en el comedor es prácticamente un infierno. - Lo siento, supongo - Chasco la lengua un par de veces, cruzando mis piernas por la altura de los tobillos mientras enlazo mis dedos entre sí sobre mi estómago. - Aunque quedaría más creíble si me acordase de eso - No pretendo ser borde pero aquellas palabras salen con esa entonación con la misma naturalidad con la que doy la hora aunque no tenga reloj. - La próxima vez que me hables y tenga algo en las manos ni siquiera lo intentes. no estoy aquí - Hago comillas con mis manos al decir lo de "no estoy aquí" con la esperanza de que se capte la segunda intención de dicha frase.

Ahogo una leve risa echando mi cabeza hacia atrás colocando mi vista en el techo cuando añade que también he ignorado su sugerencia de ahora. - Eres un poco melodramática ¿no crees? - Mi madre también tiende a exagerar todo lo que le pasa y a convertirlo todo en un señor problema insalvable. - Supongo que eres una de esas drama queens - He visto a gente hablando con ellas pero jamás me he relacionado con una, siempre me ha sonado un poco gay lo de drama queens porque se me confunde con los travestis que se ponen ropa de zorra y tienen un nombre parecido.

Niego sutilmente cuando me pregunta si me molesta que se ponga a tocar, manteniéndome en silencio un par de segundos antes de que me vea obligado a escupir algo borde, porque como siempre, ser amable es algo así cómo una especie de actitud en mi que es imposible de asimilar. - Suponiendo que sepas tocar. Porque para oír a gatos gimiendo de dolor prefiero que te quedes sentadita donde estás -

Ladeé levemente mi cabeza y elevé una ceja sin preocupación alguna, tratando de concentrarme un poco más en mis acordes pero me era casi imposible por la presencia del chico y la conversación. Él no tenía ni idea de qué carajo le estaba hablando pero en verdad poco interesaba en esos momentos que recordara algo, en su momento me había dado como patada ser ignorada y ahora me daba exactamente lo mismo. ― Descuida, no tiene importancia.― contesté con paciencia, haciendo una seña como mi mano para dejar de lado ese asunto. ― Y sí, procuraré no hablarte cuando estés en tu mundo.― imité la seña que él había realizado antes, la de las comillas con mi manos sin apartar una sonrisa.

Jugué un poco más con las cuerdas de mi guitarra y acomodé un mechón detrás de mi oreja ya que me molestaba sobre la cara. ¿Me había dicho melodramática? Otra vez captó mi atención con eso y dejé de tocar mi guitarra un instante, apoyando mi mano sobre la curva de la misma. Desvié mi mirada hacia las butacas del fondo y rodeé los ojos. ― ¿Melodramática yo? Eres muy divertido, me agradas.― carcajeé un poco sin exagerar, de verdad divertida por cómo me había llamado. En verdad no me consideraba así pero si él pensaba que lo era ya qué. Negué con la cabeza dejando de reír y me cubrí un poco la boca para callarme. ― No soy melodramática, rubio. Solo te cuento lo que pasó, es todo. Y tampoco soy una drama queen, soy música por si no lo notaste.― hice una mueca divertida y le enseñé mi guitarra. ― No de esas que desean un prestigioso futuro como rock star, ni de esas chulas que desean estudiar en Julliard. Sino más bien de las que se pondrían felices de solo cantar en la radio una vez a la semana.― le conté sin saber por qué estaba diciendo todo eso, a él no le interesaría ni un pepino. Siempre Madd con sus ganas de hablar de decir cosas que al resto lo tenía sin cuidado.

Bajé la mirada y luego de un momento volví a mis acordes, recordando la respuesta que me había dado. ¿Gatos gimiendo de dolor? Tragué saliva y desistí de cantar algo. Mejor tocaría sin nada de cantar porque el chico parecía de ser esos críticos que salen en American Idol y demás, y yo no quería hacer el ridículo cantando algo que no me saliera bien por no tenerlo ensayado. ― No cantaré, despreocúpate.― mencioné sonriendo, empezando a tocar una canción que me había enseñado mi hermano: It will rain

Suelto una leve risa cuando acepta mi sugerencia de intentar no dirigirme la palabra cuando esté metido en mis cosas y hago un leve gesto cómo si estuviese dándole la razón a pesar de que es algo que le he dicho yo que haga. - Te evitarás muchos barra-ignore de mi parte - Hay veces que la terminología usada dentro de los juegos online permanece dentro de mi cabeza incluso estando fuera del juego, pero es algo de lo que no suelo darme cuenta hasta que me preguntan el significado de lo que digo. Algunas son más obvias que otras y mas fáciles de deducir, pero conozco gente a la que he acabado odiando cuando me pregunta por abreviaturas de las cuales no tiene ni idea y para mi son prácticamente el pan de cada día.

Cuando me corrige sobre aquel grupo en el que está asiento levemente, definitivamente si tuviera que escoger a una drama queen y a una músico, me quedo con la segunda. Siempre resultan mil veces menos irritantes y dramáticas. - Las he visto peores, gente que se pasa la vida quejándose de lo mucho que otros le odian solo porque no contestan a sus sms - Hago una mueca de solo recordarlo. Una vez tuve una amiga así y creo que quedé saneado de dramas de por vida. Hago una leve mueca al escuchar sobre su futuro cómo si estuviera conforme con él, cuando en realidad se trata de que no suena tan desagradable en mis oídos. - Las estrellas pop y rock super famosas que hay aquí con la esperanza de ser diez mil veces más famosas fuera resultan... demasiado cliché para mi gusto - Extiendo mi mano hacia un lado pasando el dedo índice por la tapa superior del portátil intentando dibujar en ella cualquier chorrada que en ese momento se me pase por la cabeza. - Aunque bueno, que digo yo... si a mi todo me resulta cliché e irritante - Chasco la lengua fingiendo que voy en broma, pero jamás me he acercado tanto a una descripción de mi mismo que con esas palabras.

Suelto un silbido fingiendo una especie de alivio cuando dice que no cantará antes de echarme a reír. Soy suficientemente listo para darme cuenta de cuando alguien se acobarda. - Oh vamos, por favor, canta. Sino no tiene gracia. - Al final no lo hace, y de todas maneras la forma en la que toca no es tan mala cómo para que tenga queja de ella. Mantengo mi vista puesta en algún punto del espaldar de la silla que tengo en frente y diagonal mientras el sonido bordea todo el teatro y por la acústica lo hace casi más profundo. Cuando acaba, rompo el silencio con un par de aplausos subiendo mi mirada hacia ella. - Suena bien. Cómo un gato dolido y atormentado pero feliz - Me mantengo serio un buen tiempo antes de estallar en carcajadas. - Era broma -

Troné dos dedos y sonreí asintiendo. ― ¡Exacto! Muy cliché, no podría haberlo dicho mejor.― lo era tanto que desistí de tener el "mismo sueño" que todos en ese campamento. Sabía de muchos músicos que iban con motivos de aprender de los mejores instructores de música en el verano, yo misma iba a algunas clases pero lo cierto era que la mayoría me aburría y terminaba dejando. No estaba en contra de quienes quería ser famosos y tener un gran futuro, recorrer el mundo y blah blah, pero no era mi caso ni mi estilo. Siempre prefería un poco más de... ¿sencillez?

Toqué la melodía con calma y no me distraje en otra cosa más que en eso. Mi hermano me había enseñado los acordes de esa canción hace unos meses atrás pero no la había practicado mucho, y hasta me sorprendí de recordar bien la canción. No la toqué completa, solo lo justo y necesario, gustosa de haber elegido el teatro para tocar ya que me había olvidado de la buena acústica que tenía y de cómo los instrumentos podían sonar diez veces mejor. Terminé la canción y rápidamente dirigí mi mirada hacia él que aplaudió un poco mientras solo yo sonreía de lado y me ponía de pie lentamente sobre el escenario con mi guitarra colgando. ― ¿Qué tal?― me animé a preguntar mientras me asomaba al borde del escenario. Las palabras que lanzó no eran en absoluto las que me esperaba, más bien, no eran las que yo deseaba oír y lo único que hice fue ladear un poco mi cabeza frunciendo el ceño extrañada para luego negar lentamente. Menos mal que no me había escuchado cantar, quién sabe qué crítica hubiera salido de su boca. ― Qué pena.― murmuré para mi al momento en que escuchaba sus carcajadas divertidas. Bajé del escenario y reí contagiada por sus risas, aliviada mientras me acercaba lentamente por el pasillo. ― Me asustaste, ¿sabes?― exageré mientras descolgaba mi guitarra y la dejaba en una butaca para sentarme continua a ésta, a dos butacas de él. ― ¿Te han dicho alguna vez que tienes un extraño sentido del humor?― le pregunté con serenidad y apoyé mis antebrazos sobre el respaldar de mi asiento. ― Soy Maddy, ¿tú?

Ruedo los ojos levemente divertido porque de no haber especificado que era una broma probablemente se habría creído con todas las de la ley que toca como si estuviera haciendo llorar a un gato. - Que poca confianza tienes en ti misma - Chasco la lengua cuando dice que se ha asustado un poco mientras la sigo con la mirada por el pasillo conforme se acerca fijándome de vez en cuando en su guitarra, negando suavemente ante su pregunta. - La gente no suele hablarme salvo para decirme lo imbécil que soy - Pongo un gesto pensativo, en realidad nunca me han importado mucho las relaciones ni si me odian en exceso, la gente no es algo que me haga falta en el mundo en el que vivo. - A lo mejor esa era su poca ortodoxa manera de decirme lo de mi humor -

Apoyo el codo contra el posabrazos de mi asiento y luego deposito todo el peso de mi cabeza en la palma de la mano abierta. De ésta manera tan solo puedo verla de reojo así que poso mi vista en un lugar indeterminado del teatro al que ni siquiera me molesto en prestarle mucha atención. - Maddy - Repito, buscando alguna conexión con alguna frikada de las mías pero sin encontrarla. Toda esta clase de relaciones suele tomarme bastante desprevenido, solo las personas de mi círculo (bastante pequeño he de añadir) me soportan suficiente cómo para preguntar mi nombre. - Yo soy Eizan - Si soy sincero, creo que es la primera vez en mucho tiempo que me presento yo mismo. Nosotros, los nerds, tenemos modos de enterarnos de los nombres de la gente que no tiene nada que ver con el contacto humano.

Me rasco detrás de la oreja con la uña suavemente con una leve sensación de incomodidad. Si pudiera ponerme a hacer un balance de mis conversaciones, ésta es la más larga que he tenido jamás en mi vida. Ni siquiera con mi hermana. - ¿Sabes que la gente dice que da mala fama hablar con gente como yo? - Apoyo la cabeza de un modo que me permite verla sin torcer los ojos alzando un par de veces las cejas cómo si con eso le pudiera dar más credibilidad a lo que digo. - No se quien se habrá inventado esa gilipollez, pero la mitad de las personas salen corriendo en dirección contraria cuando me ven - Suena triste pero contrario a todo pronóstico yo suelto un tsk que oculta detrás una carcajada.

Nadie más que mi padre me había afirmado alguna vez que tenía poca fe en mi misma y era cierto, en parte. Trataba de ocultar esa inseguridad la mayor parte del tiempo y lo lograba salvo, obviamente, en esos momentos. Pero todos teníamos inseguridades y mi "poca fe" en mi se estaba esfumando de a poco. ―He oído tantas críticas que te hacen querer abandonar todo pero aún nada ha funcionado conmigo.― hablé como si no tuviera mucha importancia y sonreí mirando un poco mi guitarra. Nada me alejaría de la música, eso era seguro.

Tomó una pose tan relajada que me hizo pensar en que él era de esas personas que decían más con sus gestos que con sus palabras. Podía atinar a que Eizan -como ya se había presentado- era alguien así, despreocupado y relajado, y a la mierda lo que los demás opinen, a él le daba exactamente lo mismo las chorradas que diga cualquiera. Como si caerle mal a alguien o caerle bien le importara un poroto, y estaba bien que así fuera... Prefería alguien así de sincero a una persona falsa. ― Eizan. Nombre fuerte.― eso fue lo primero que pensé al oír su nombre, además de que era poco común. Guardé silencio unos momentos hasta que Eizan rompió el silencio con una pregunta extraña. Lo miré fijamente mientras pensaba y le buscaba sentido a lo que decía. No me llevó tiempo encontrarlo y negué muy levemente con la cabeza, mientras le daba la espalda para sentarme sobre el respaldar de la butaca y apoyaba mis pies en el asiento de en frente.

―Apuesto a que esas tonterías lo dicen los populares. Pero estoy segura que eso te tiene sin cuidado.― comenté rodando los ojos por un instante. Esos idiotas de los populares siempre con la misma mentalidad infantil, hasta los rebeldes y los músicos no éramos "dignos" de su tiempo. Reí interiormente al recordar una pelea entre Vanessa y Camille el verano pasado, menudo lío ese y cuando se trataba de problemas con ese era mejor evitarlos. Volví mi atención a Eizan y sonreí de lado casi de forma perezosa. ―¿Tú crees que tendré mala fama por esta conversación que tengo contigo?― pregunté interesada en su respuesta, pero casi adivinando lo que diría. A mucha gente le importaba su reputación en el campamento y a otras -como a mi- me daba igual siempre y cuando conservara a los amigos que había hecho en St. Charles. De igual forma mi reputación no era la más estimada ya que trabajar en el comedor del campamento no te ponía muchos escalones arriba, y hasta muchos chulos sin cerebro me miraban sobre su hombro al pasar. ―Tal vez debería irme y salvar la poca reputación que me queda.― bromeé notando cómo había manchado con algo de tierra la butaca que estaba pisando.

Frunzo un poco el entrecejo cuando llama fuerte a mi nombre porque es la primera vez que escucho algo como eso. Hago una leve mueca planteándomelo. Mi padre no tenía ningún interés en buscarme un nombre que no fuese el suyo propio añadiendo un junior al final, pero mi madre hizo lo que le dio la gana, no me preguntéis cómo porque no tengo ni idea. - Ethan estaba muy visto - Esa es la frase por excelencia de mi madre. Al escucharla de mis labios se oye rara por lo cual acabo por reírme, o al menos soltar un par de risas ahogadas entre respiraciones.

Hago una mueca cuando afirma que lo que he dicho momentos antes referente a mi mala fama es cosa de los populares. - No lo se. Para mi cualquiera con una capacidad mental tan estúpida como para crear una idea de ese tipo pertenece al mismo grupo de idiotas egoístas - Alzo una de mis cejas levemente divertido cuando me cala por completo. Claro que me tiene sin cuidado, pero una parte de mi confiaba en que no se notara tanto. Suelen fastidiarte más cuando no te importa que cuando lo hace, pero me gusta ir contra el sistema. - En realidad me arregla la vida. Así no tengo que aguantar a más gilipollas de los que puedo soportar -

Me llevo el dedo índice a los labios para morder la uña de éste mientras la escucho soltar algún par de tonterías típicas de la situación. Acabo por reírme a medias porque aunque mi pecho se contrae y mueve y mi sonrisa se muestra en mis labios el ruido de la misma no sale. - Demasiado tarde, ya has tocado para mi eso te va a hundir socialmente por el resto de tu existencia - Bromeo de modo dramático separando mi mano de mis labios y acomodándome para poner la espalda recta del todo contra el asiento. - De todos modos si me invitas algo algún día fingiré que no te conozco - Chasco la lengua un par de veces cómo si fuese un vendedor mostrando una gran oferta. - Helado. Me gusta el helado. De limón -

Desde donde estaba observé mejor todo el teatro. Era grande y estaba genial que no estuviera invadido como de costumbre por los drama. Una vez hasta había discutido con algunos por no dejarme tocar mi armónica ya que ellos querían silencio absoluto para sus ensayos. Me preguntaba quién los habría nombrado dueños del lugar... Eran tan dueños del teatro como yo. Seguí escuchando sus palabras y coloqué un mechón de cabello detrás de mi oreja, preguntándome si quizá él pensaba en esos momentos que yo era uno de esos 'gilipollas' a los que tenía soportar. Tal vez no, quizá sí... Ni modo, daba igual en esos momentos y estaba un poco al tanto que si le estaba molestando me lo diría y yo me iría de ahí sin más.

Hice un mueca presionando mis labios por su comentario y reí, imaginándome de manera cómica marginada por todos en el campamento. Claro que podía ser dejada a un lado por muchos, pero jamás por los músicos... Al menos eso pensaba. ―De igual forma es mi último verano aquí.― comenté un instante, siendo más un recordatorio para mí misma que palabras dirigidas a él. Tres veranos en ese lugar habían sido suficientes, y mi edad daba para uno más pero era mejor dejarlo ya. De igual forman muchos de mis amigos ya no asistirían el próximo año.

―Mi postre favorito.― comenté sonriente apoyando mis manos sobre mis piernas, aún sentada sobre el respaldo de aquella butaca para volver a mirarlo. ―¿Estás insinuando que si te invitara un helado aceptarías?― pregunté ladeando un poco mi cabeza. ―Porque justo conozco un lugar donde sirven el mejor helado de limón.―ladeé mi sonrisa y negué un poco con la cabeza. No sería mala idea ser amiga de Eizan, no todos eran tan sinceros como él -como podía atinar a que era- pero tal vez él prefería no tener amigos, o prefería pasar los días solo y a su manera. Quién sabe.

Hago una leve mueca cuando dice que es su último verano y me gustaría poder decirle que lo siento pero siempre me divido entre lo mucho que me gusta éste sitio y a la vez lo mucho que lo odio. Hay personas en éste sitio que me encantaría no haber tenido la desgracia de conocer, pero hay otras que valen la pena, cosas que he hecho en éste sitio que no habría podido hacer en cualquier otro. Esa es la parte de mi que se entristece ante la idea de no poder volver, pero hay otra que está esperando con ansias enfermizas ese momento. - A mi me quedan 3 años todavía. Más o menos - Puede que al final ni siquiera venga, después de todo no depende de mi sino de mi padre y lo dispuesto que esté a obligarme o complacerme de estar aquí.

Dejo de mordisquearme la uña limpiandola por inercia contra mi camisa escuchando que el helado es su postre favorito. No se si estar sorprendido o reírme porque lo ha confesado. Supongo que un poco de ambas porque suelto una leve risa ahogada. - Si bueno. No hay nada existente en el mundo que pueda estropear un helado - Esas eran palabras de mi hermana y un puntazo en el pecho me recuerda que ya no está. Vuelvo la vista hacia el escenario y chasco la lengua. - Excepto la salsa de anchoas. Esa porquería puede estropear cualquier cosa - Y mira que jamás he sido quisquilloso cuando se trata de comida, no es algo que me quite el sueño.

Suelto un "eeeh" alargado extendiendo mi mano hacia ella a modo de stop. - Se trata de un helado. ¿Cómo pretendes que rechace algo así? - Mi voz suena cómo si acabara de decir la estupidez más grande del mundo poniendo las manos en los posa brazos del asiento prácticamente poniéndome recto de golpe cuando dice conocer el mejor lugar para comer helados de limón. - ¿Es en serio? - Entorno uno de mis ojos mientras la miro de modo suspicaz. - ¿No me engañas para que salga a la calle? Porque eso es muy propio de mi madre - Y hablando del rey de roma, la tablet suelta un pitido, el mismo irritante que tengo para reconocer a mi madre entre todo el resto de mensajes.

Hago un gesto con mi mano para que me de un segundo mientras lo reviso y suspiro. - Hablando del rey de roma - Mi madre tiene la propiedad física de enterarse de cosas que ni siquiera pasan a 100km de ella, no me preguntéis cómo pero asusta que te cagas. - Dah, tonterías - Bloqueo la tablet nuevamente y con media sonrisa casi de sorna y un gesto de mi mentor apunto a ella. - Venga, acepto ese helado en el mejor sitio del mundo y si es un engaño sufrirás la ira del rey exánime - Y no, no soy yo. Es el personaje de uno de esos juegos donde meto las narices todo el día.