Penny Lane is in my ears and in my eyes.

Penny es una chica atractiva, y eso no se lo puede quitar nadie. A sus 19 años, no posee una estatura envidiable, sino más bien mediana, pero con la cual ella se encuentra realmente a gusto. Su apariencia puede ser bastante enclenque, y con razón, puesto que al no gustarle la violencia nunca se ha molestado en prepararse ni para el ataque ni para la defensa. Está flaca, quizá más de lo que debería estarlo, pero no le importa, ella come bien y no tiene ningún problema de trastorno alimenticio. Sus piernas son largas y estilizadas, así como su tronco y sus brazos, y sus medidas están en armonía. Su rostro es alargado, de apariencia delicada, y rasgos finos. Labios prominentes, gruesos. Nariz estilizada. Sus ojos son grandes y expresivos, de un color gris azulado, y sus pestañas espesas. Su pelo cae en cascada por sus hombros hasta mitad de la espalda en una maraña de rizos rojizos naturales, aunque a veces le da por plancharse el pelo, o hacerse trenzas.

La bohemia de principios de siglo pasado, el movimiento hippie nacido en San Francisco en los años 60 y extendido por todo el mundo de manera aplastante. Todos y cada uno de los valores que acompañaron estas grandes épocas de diversión, evasión e incomprensión del mundo por el que artistas y personas en general se veían envueltos podrían definir a la perfección a la pequeña Lane, y es que se puede incluso decir que le ha tocado nacer en la época equivocada. Su gran fascinación por dichos movimientos, aumentada por las influencias de su abuela materna y los viajes a América hechos con su padre han dictaminado de manera determinante lo que actualmente es su personalidad.
Risueña como ella misma, encuentra la parte graciosa en todo lo que escucha o le cuentan, y es que no puede vivir sin reírse, es algo así como su medicina, la de encontrar la parte buena y delicada en todas las cosas, incluso en el peor de los casos, Penny tendrá una sonrisa en los labios y la persistencia increíble de que todo acabará saliendo bien. Sin embargo esto no quita que sepa ponerse seria y ver la gravedad donde realmente existe. Los problemas que a ella le conmueven no suelen ser esos pequeños casos triviales de la humanidad común, sino problemas como el hambre, la miseria, y las guerras interminables que, todo hay que decirlo, hacen que el corazón de la pequeña Penny se encoja de dolor.
Es una defensora nata de la paz y el amor, tópicos hippies, que sin embargo ella siente con fervor. Y de la libertad, sobre todo de la libertad, libertad de expresión, libertad a la hora de elegir, sin embargo sus defensas jamás son violentas, cree en otros caminos, los caminos de la paz y del dialogo. Y aunque también es una amante nata de las personas en general, esto la hace increíblemente independiente, dotándola de una capacidad muy buena para sobrevivir en soledad (sin embargo, ella jamás buscará estar sola). Sus ideales son algo sagrado, no se tocan, no se modifican. Existen dentro de ella para creer en ellos y darle la importancia máxima. Respeta cualquier otro ideal, pero eso jamás la hace cambiar de opinión a ella. En esto es bastante cabezota.
Penny es una de esas personas que le dan una oportunidad a cualquiera que no conozca, jamás comete el grave error de juzgar antes de saber, y está claro que se forma esas primeras impresiones inevitables que se forma todo el mundo, pero siempre deja y con buen gusto, las puertas abiertas para toda esa gente desconocida que, piensa, puede enseñarle muchas cosas en el futuro. Ella siempre dice que todo el mundo tiene una parte buena, y que sólo hay que saber ver esa parte e intentar sacarla a relucir, que todas las personas se sienten mejor cuando hacen el bien.
No cree en el egoísmo ni en el egocentrismo, para ella todos los seres humanos deberían formar parte de una misma alma en sintonía. No cree en las barreras, las razas, los colores de las pieles... no existen para ella, negro o blanco, se es, ante todo, persona. No cree en las injusticias sociales, ni en pobres ni en ricos. No cree tampoco que el ser humano sea el centro del universo, siente el mismo amor por las personas que por los animales y por la madre naturaleza, a la cual le agradece ser el principio de la vida. Y además, es una amante incontrolable de las causas perdidas.
Nunca la verás enfadada, por mucho que lo intentes, nunca.
Le gusta la fiesta, y consumir estupefacientes para abstraerse del mundo, y es que tiene una búsqueda espiritual personal que espera acabar realizando completamente en algún momento de su vida, y es que cree tanto en lo material, lo tangible, lo empírico, como también en lo espiritual, lo invisible, aquello que se siente sin verse.

Cuando Prudence tenía la tierna edad de 17 años, hizo un viaje que le cambiaría la vida. Se fue a pasar las navidades a San Francisco con sus amigas, y celebrar allí el año nuevo, una excursión bastante común entre los jóvenes de Liverpool de la época, que sin embargo a ella, le afectó de sobremanera. Fue en uno de los bares rockeros más famosos de la ciudad americana donde conocería a un joven y salvaje John, proveniente de una familia rica, pero rebelde hasta la médula, que acabaría por conquistarla. Así fue como no mucho después, John acabaría trasladándose a Liverpool para estudiar allí sus años de universitario y pasar también esa época de juventud junto a Prudence. Era, en realidad, un romance poco probable debido a que Prudence estaba comprometida por asuntos familiares al hijo de una familia que controlaba la sexta parte del petróleo que entraba en Inglaterra. Pero hubo algo, algo en John, que hizo que la madre de Prudence, Lucy, aceptara esa pareja que había surgido de forma espontánea. La personalidad del americano encandiló de manera aplastante a la no realmente tan dura inglesa, Lucy, que le recordó claramente a ella de joven. Así fue como comenzó el romance entre estos dos jóvenes. Y así fue como, no mucho después de casarse, tuvieron a su primer hijo. Un varón al que llamaron Maxwell, que nació una calurosa tarde de Julio.

Dos años más tarde nacería Penny. Al contrario que su hermano, Penny nació una fría madrugada del 29 de noviembre, en una de las cunas más poderosas de todo Liverpool, con unos padres felices, un hermano deseoso de conocer a la nueva miembro de la familia, y a una abuela que tenía muchos planes para su nueva nieta. Mientras que Maxwell había heredado el precioso cabello rubio de su padre, Penny nació con unos preciosos caracoles rojizos en la cabeza, que más tarde se convertirían en la melena que lleva actualmente.

La vida de Penny no fue nunca complicada, como toda niña nacida en una familia tan rica, y, además, unida. Eso sí, desde el primero de sus días tanto su padre como su abuela se encargaron en llevarla por un camino que su madre, al fin y al cabo, no aprobaría tanto como sus dos familiares anteriormente mencionados, el camino del rock and roll. Y ella respondió con gran emoción. Inculcada en las ideas grunge de su padre, y sobretodo, en las ideas hippies de su abuela, decidió desde bien pequeña que quería aprender a tocar la guitarra...y así fue como acabó aprendiendo, a lo largo de los años a tocar guitarra acústica y eléctrica, bajo y batería. Todo esto la llevó a la irresistible idea de formar un grupo de rock cuando cumplió la tierna edad de 14 años. Sólo que había un problema. Toda persona que había conocido tanto en el barrio como en el colegio era gente criada en familias pijas y no tenían ni el remoto interés en el rock como lo tenía ella, así que, decidida a formar su grupo, comenzó a buscar con otros barrios. Y la verdad es que Penny tuvo suerte en su vida, ya que se encontró con gente humilde, que no era tan rica como ella, al menos no de capital, porque de ilusión por la música eran iguales a ella e incluso más. Así, formó su primer grupo con otros cuatro chicos. Pero el chollo se le acabaría pronto... o eso pensaba su madre. Intentó cortarle las alas en cuanto se enteró de lo que su hija quería para su propio futuro, puesto que Prudence esperaba para su hija algo como el derecho, e incluso la política. Pero no la música.
Sin embargo, tanto su padre como su abuela estaban orgullosos de ella, y de vez en cuando le dejaban salir para que Penny pudiese seguir con su grupo. La niña, entusiasmada, jamás desistió de su sueño.

Pero este verano algo ha cambiado. A su madre se le ha antojado la idea de llevarla a St. Charles, y nadie ha podido pararla, así que aquí se haya, intentando encontrar su lugar.