Are you ok? {Camille}

Las constantes maldiciones que se escucharon por todas las cabañas de los rebeldes solo podían provenir de una persona. La líder de los rebeldes, Camille Lorcan se encontraba de rodillas en la alfombra de su cabaña junto con su compañera de habitación y con la mano derecha sangrándole desagradablemente. La chica se encontraba molesta desde el amanecer y cuando la morena se molestaba todo le salía peor que como de costumbre. Una tarea tan simple como cerrar las gavetas donde guardaba su ropa se había convertido en una urgente visita a la enfermería. Gracias a andar refunfuñando al aire se había atrapado tres dedos fuertemente con el cajón y ahora iba en dirección a aquel lugar que tanto detestaba. Cuando pasaba por los pasillos –sin dejar de maldecir gracias al dolor- la gente abría paso gracias al repugnante aspecto que tenía su herida, la chica esperaba, es más estaba casi segura que no había sido tan grave pero el dolor del momento le impedía pensar racionalmente.

Una chica unos años menor que ella palideció en cuanto la vio acercarse a la enfermería y sin pensarlo abrió la puerta de la enfermería de inmediato, tal vez más fuerte de lo necesario ya que el estruendo que provoco hizo que la enferma de turno soltara un pequeño alarido. En cuanto recobro la postura y vio a la rebelde, salió de su puesto y le pidió a su compañera que abandonara el lugar mientras ella revisaba la mano de la chica.

Contrario a lo que pensaba Camille, su accidente había sido un poco más grave de lo que ella imaginaba, tres dedos facturados fueron el resultado de sus rabietas de hace unos segundos. ¿En que estaba pesando al hacer las cosas así? En nada en realidad, cuando su mal genio la dominaba la chica dejaba de lado todo lo que se encontraban a su alrededor. Después de al menos 20 minutos de una tortuosa curación –al menos para ella- la enfermera anuncio que había terminado de enyesarle la mano, sin embargo le prohibió salir del lugar ya que sabía cómo era la rebelde y lo único que necesitaba en este instante era mantenerse alejada de problemas que la mandaran nuevamente allí.

Se sentó de mala gana en una de las camillas y fue solo hasta ese momento en que noto que no era la única en el lugar, su mirada se posó unos segundos en dos camillas más allá de su posición y vio a un rubio en un estado peor que ella. Aunque nadie lo supiera la rebelde sabía de memoria quien entraba y salía del campamento y aquel chico no era la excepción. A pesar de no saber su nombre sabía que era recién llegado y también que pertenecía a los populares y ahora, que tal vez era más torpe que incluso ella misma. Retiro su mirada sin emitir sonido alguno y se recostó en la camilla.

Después de unos segundos la enfermera anuncio que se tenía que retirar gracias a un accidente cerca de las piscinas y aunque la idea salir de ahí se le antojo bastante prometedora, lo único que hizo fue incorporarse en su lugar y sacar un cigarro del bolsillo de su chaqueta. Su humor aún se encontraba bastante negro y sabía que si salía de allí la iba a montar contra medio campamento sin razón alguna. Puso el cigarro entre sus labios e intento prenderlo sin resultado alguno. El hecho de tener la mano con que usualmente hacia todo enyesada le complicaba un poco las cosas.

-¡Mierda! –dijo exasperada cuando el encendedor fue a dar al suelo.

La mirada de la morena se fijó en los movimientos de aquel rubio que con bastante dificultad se acercaba a su posición y por un segundo agradeció mentalmente, ella lo hubiese podido hacer y de seguro le hubiese costado mucho menos trabajo que al chico, sin embargo un poco de ayuda nunca venia mal, y aún más si era de alguien nuevo. Camille poseía cierto interés hacia los campistas que llegaban cada año a St. Charles, aunque se vendiera como uno de los mejores campamentos que podrían existir, ella sabía que la mayoría de los que se encontraban allí no eran más que niños ricos que nunca dejaban de causar problemas. Sin embargo, fiel a la personalidad de la rebelde su interés no iba más allá de algunas palabras cruzadas para saber si aquel ser podría ser de su interés o no.

Enarco una ceja en cuanto vio lo que aquel chico hacia y tomo el encendedor antes de que resbalara nuevamente, aquel agradecimiento mental de hace unos segundos se había disipado tan rápido como había aparecido. Aunque el estado del rubio fuera mucho peor que el de la chica, aun podía hacer algo tan estúpido como prenderse un cigarro, y la idea de que él la ayudara con el suyo cruzo su mente tan solo por un segundo. Una sonrisa de medio lado se dibujó en su rostro en cuanto noto una vez más al esfuerzo del rubio por volver a su lugar y rehusada a siquiera pedir un favor, intento nuevamente prender el cigarro esta vez con la mano izquierda. Tres intentos después y ¡eureka! Sintió el humo deslizarse por sus pulmones y no pudo evitar esbozar una sonrisa aún más amplia.

Quería hacer algún comentario acerca de lo de hace unos segundos, pero vamos hasta ella le daba una oportunidad a los nuevos y aún más si eran populares, tenía cierta “cosa” con saber si eran igual que la vacía de sus líderes o con atisbos de personalidad. Se acomodó mejor en la camilla y le dio una calada al cigarrillo disfrutándolo lentamente, hace algunos meses se había propuesto dejarlo y aunque había estado utilizando la goma de mascar en realidad lo había hecho por su novio… sus pensamientos se nublaron durante un segundo gracias al rostro de Christopher y tuvo que sacudir levemente la cabeza para volver a concentrarse.

-Cuando no se tiene practica es mejor tener sexo en posiciones regulares, he visto muchos como tu llegar aquí por lo mismo… -dijo sin ver al chico y en realidad sin saber cómo se había lastimado, pero la rebelde era así, siempre diciendo lo primero que se le venía a la cabeza.

La morena le dio otra calada a su cigarro y escucho lo que el chico tenía para decirle y no pudo evitar esbozar una sonrisa. En verdad a primera vista no parecía que aquel rubio fuese homosexual, y muy seguramente no era la primera persona que lo veía así. Su vista se detuvo por unos segundos en la pierna lastimada de aquel rubio y se preguntó si en realidad su suposición acerca del sexo había sido acertada ¿Dónde estaría para lastimarse de esa manera? Prefirió retirar aquella imagen de su cabeza y término por acostarse de lleno una vez más en la camilla.

-Sean guapos o no creo que deberías empezar practicando por lugares más normales donde no termines como hoy, la cama o el suelo no se… -se encogió de hombros y concentro su mirada por unos segundos en el techo. Un rayo de luz se coló por la ventana e ilumino todo el lugar, la morena se entretuvo con las pequeñas motas que volaban encima suyo mientras terminaba su cigarrillo.
Apago lo quedaba de la colilla contra una pequeña mesa que se encontraba a su lado y levanto una ceja en cuanto el rubio formulo aquella pregunta. Inevitablemente se le vino a la cabeza ese sesgo que el mundo tenia hacia los rubios. Tan solo hace unos minutos el chico había visto como la morena llegaba con la mano llena de sangre y ahora le costaba creer que en realidad había preguntado eso. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro y levanto lentamente la mano lastimada agitando un poco los dedos.

-Es que disfruto de meter la mano contra cajones y puertas y me faltaba el de esta mañana –dijo con un tono sarcástico pero sin dejar de sonreír. Su propósito no era ser grosera con el popular, extrañamente a pesar de aun estar enojada con todos, sus habilidades sociales estaban mucho más tranquilas esta mañana.

Sabía que la enfermera no estaría muy contenta cuando volviera, todo el ambiente estaba impregnado por ese olor característico que expide el cigarro, y la enfermería era uno de los principales lugares en lo que se encontraba prohibido aquel vicio. La morena se levantó con cuidado y se acercó a la ventana abriéndola de par en par.

-Es mejor que te acabes eso de una vez si no quieres una cantaleta de la enferma –dijo mirándolo por el rabillo del ojo y volvió a su lugar.